domingo, 2 de agosto de 2009

EL CONSEJO DE LAS 13 ABUELAS

El siguiente texto no es de mi autoría, pero me pareció apropiado colocarlo en este blog por la temática expuesta. Se trata de un artículo de interés para todos los hijos de la Diosa y aquellos que día a día piden por la sanación de nuestra Madre Tierra.
Espero que nos de algo en que pensar. Atte. Fortuna.


CUANDO LAS ABUELAS HABLAN

Autora: SOPHIA STYLE


Llegó la hora. El ritmo del tambor se va acercando mientras observo a varias mujeres que contemplan el cielo azul. Tres águilas vuelan en suaves círculos sobre el fuego alrededor del cual estamos reunidas. Detrás nuestro aparece una procesión llena de color y vemos las inconfundibles figuras de trece ancianas. Las hay altas y bajitas, algunas en silla de ruedas o ayudándose de otra para caminar, todas con una presencia formidable que nos recuerda algo olvidado, antiguo y propicio. Solo con mirarlas, corren las lágrimas por las mejillas de docenas de personas. Hemos venido de toda Europa, incluso Perú, a una finca cerca de Borja (Zaragoza), a vivir tres días con el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas.

LA VISIÓN QUE LAS UNIÓ

Hace cuatro años, este grupo impresionante de mujeres de todo el mundo se reunió por vez primera en tierras de la confederación iroquesa en el estado de Nueva York. La principal impulsora de esta iniciativa visionaria y ambiciosa es la doctora Jeneane Prevatt, más conocida como Jyoti, que fundó el Centro de Estudios Sagrados de Sonora (California) a fin de conservar formas indígenas de vivir y de orar.
Durante años, ella y otros miembros de la comunidad Kayumari tuvieron la visión de un círculo de mujeres, todas ancianas, que se unirían para ayudar a sanar la Tierra.

En 2002 Jyoti viajó para compartir esta visión con Bernadette Rebienot, anciana bwiti de Gabón, y con Maria Alice Campos Freire, sanadora tradicional de la Amazonia brasileña. Ambas se entusiasmaron: también ellas habían estado recibiendo esta visión. Y ambas acababan de firmar cartas prácticamente idénticas con otros grupos tribales, en las que declaraban que ha llegado la hora para que los pueblos originarios emerjan como guardianes del planeta.
Jyoti comprendió que era el momento de reunir abuelas de todo el mundo, según lo afirmado en antiguas profecías: «Cuando las Abuelas de las cuatro direcciones hablen, estará llegando una nueva era».

Jyoti inició su búsqueda a partir de los contactos con grupos indígenas que el Centro de Estudios Sagrados había ido desarrollando. Envió cartas de invitación a dieciséis abuelas indígenas de todo el mundo. A algunas las conocía ya, a otras no. Aceptaron trece, todas ellas sanadoras y mujeres medicina plenamente reconocidas y respetadas en sus comunidades, procedentes de las selvas de África y América del Sur, de las llanuras, bosques y desiertos de América del Norte, de las montañas de Oaxaca, del Ártico, Guatemala, Nepal y Tibet.

La primera vez se reunieron alrededor de una mesa sobre la que lucía una tela ritual, expresamente decorada con las trece lunas del año.
Rita Pitka Blumenstein, la Abuela yupik, repartió con lágrimas en sus ojos una piedra y una pluma de águila para cada una de las otras abuelas. Las había guardado como un tesoro desde que su bisabuela se las dio cuando tenía nueve años, diciéndole que algún día sería miembro de un consejo de abuelas y que tendría que compartir con ellas las trece plumas y piedras. También las demás abuelas, cada una a su manera, habían recibido sus propios signos y profecías y se sentían llamadas a hacer que se cumplan.

NACIMIENTO DEL CONSEJO

Decidieron dar fuerza a sus voces con una alianza global que dé nueva vida a tradiciones, ritos y prácticas que pueden ayudar a sanar los problemas de la Tierra y de los pueblos que en ella habitamos. Crearon el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas y se propusieron reunirse cada seis meses en la tierra de cada una de ellas hasta el 2012, para compartir las antiguas prácticas y ceremonias de sus comunidades y unir sus oraciones por la paz mundial.Con increíbles esfuerzos físicos y logísticos, y no sin encontrar obstáculos, desde mayo de 2005 las Abuelas se han reunido ya en las comunidades de cuatro de ellas.

Han estado en Santa Fe (Nuevo México), hogar actual de Flordemayo, la Abuela maya originaria de Guatemala; en Oaxaca (México), con la chamana mazateca 'mamá Julieta' Casimiro; en Dharamsala (India), donde recibieron la bendición del Dalai Lama, con la Abuela tibetana Tsering Dolma Gyaltong, y en las Black Hills de Dakota del Sur, hogar de las hermanas lakota Beatrice y Rita Long Visitor Holy Dance. En ese quinto encuentro en Dakota del Sur, la fundadora del colectivo de mujeres Arboleda de Gaia, Marianna García Legar, invitó a las trece abuelas a venir a España para traer a Europa su sabiduría ancestral. Aceptaron encantadas. Se trata de su única visita a Europa antes del 2012.

Aprovechando este viaje histórico a la tierra de los conquistadores, las abuelas hicieron escala en el Vaticano para entregar personalmente al Papa una carta en la que piden que se anule la bula papal de 1493, que sentó las bases para el exterminio de millones de hombres y mujeres indígenas en todo el mundo.

SUS INSTRUMENTOS DE ORACIÓN Y DE ACCIÓN

Tras volver del encuentro con las 13 abuelas a menudo me preguntaron: «¿Y qué hicisteis?». Estar presente en un encuentro de las abuelas es como cruzar un umbral que lleva a un mundo increíblemente rico en significado y en símbolos, en belleza y autenticidad. Las abuelas son sobre todo mujeres de oración, y gran parte del encuentro, mañana, tarde y noche, consistió en ceremonias de oración guiadas por cada una de las abuelas según sus respectivas tradiciones, en un amplio campo bajo el sol radiante o bajo el cielo estrellado.

En el centro de los rituales arde un fuego vivo. Sus instrumentos de oración y sanación incluyen tambores (latidos de la Madre Tierra), incienso, plumas y agua para purificar. Cantan, danzan, entran en trance y tejen su magia de forma tangible y apasionante. Cuando rezan en voz alta sentimos la grandeza de sus corazones; continuamente interceden por todo el mundo, por los que sufren, por la Tierra.

Expresan su gratitud y reverencia ante la vida, piden sanación y perdón individuales y colectivos, y se desplazan alrededor del círculo para dar bendiciones personales a las más de ciento cincuenta personas que estamos allí reunidas.

Bajo la sombra de los árboles escuchamos a cada una de las abuelas. Sus palabras mesuradas, simples pero profundas, nos recuerdan formas antiguas que están en vías de extinción. Según ellas, ahora es el momento de decidir cómo vamos a vivir y a perdurar sobre la Tierra. Su sentimiento de apremio es fruto de la experiencia: aguas contaminadas en Dakota por la minería de uranio, desechos radiactivos que se almacenan en Tibet, alcoholismo y drogadicción en las reservas de los nativos norteamericanos, patentes pirata sobre las plantas y el saber de la Amazonia.

Cuando la Abuela africana Bernadette Rebienot, con su presencia poderosa e inmensa, afirma que 'ha llegado la Hora', no cabe dudarlo. Las mismas profecías tribales que otorgan un papel clave a las abuelas en la renovación del mundo afirman también que estamos en la 'undécima hora', que si no transformamos nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y con la Madre Tierra tendremos cataclismos apocalípticos.

EN COMUNIÓN CON EL MUNDO NATURAL

Las abuelas practican y predican un activismo espiritual que hunde sus raíces en la naturaleza. Son mujeres de oración y de acción, y para ellas la búsqueda de la paz mundial no puede separarse del camino de sanación que todos necesitamos emprender para recobrar la paz interior y la plenitud. El núcleo de su mensaje es el principio más básico de las culturas indígenas: toda vida es sagrada. Cuando la Abuela brasileña Maria Alice habla de las cualidades de la Madre Agua, cuando la anciana hopi Mona Polacca habla de las enseñanzas de la Madre Tierra, cuando la Abuela Bernadette explica el lenguaje del fuego, del viento o de las plantas, o cuando la Abuela más anciana del Consejo, Agnes Baker Pilgrim, narra el viaje que realiza el salmón, sus palabras revelan un impresionante sentido de intimidad y comunidad con el mundo natural.

Lejos de ver a la naturaleza como almacén de materias primas o de 'recursos naturales', las abuelas nos guían hacia una relación de reverencia y de unión con los elementos, que imparten su sabiduría a quienes están abiertos para escuchar y aprender. Cuando le preguntamos «¿Cómo podemos cambiar las cosas?», la Abuela Mona Polacca, con su hermosa sencillez, responde: «Cada uno de nosotros puede cambiar las cosas desde el momento en que nos levantamos, con el modo en que usas el agua, el modo en que respiras el aire, el modo en que agradeces este nuevo día, la luz del sol o el abuelito fuego, o el modo en que tocas la tierra».

Cuidar el agua es un mensaje urgente que se repite en sus encuentros y ha sido un tema central en su visita a España. Las abuelas rezan por la recuperación de las aguas en todo el mundo, y participan en proyectos que emplean la permacultura para proteger las aguas locales y hacer renacer las fuentes.

En una entrevista en la conferencia de Bioneers de 2007, en California, la Abuela Maria Alice mencionó una visita que había realizado a España. Llegó a un lugar que parecía completamente seco, pero a pesar de ello sentía una presencia muy poderosa del agua. Luego le contaron que chamanes y sanadores de todo el mundo habían dicho que «éste es lugar de agua». Y ella comprendió «que el agua se esconde de la gente que no se entrega a ella, que no la consagra, que no la contempla y dice 'esto es sagrado y precioso'. El agua se esconde… y tendremos sed».

En el corazón de todos los proyectos en los que las abuelas participan late un mensaje de fondo: las soluciones a los problemas de hoy radican en una profunda transformación del modo en que vemos el mundo, y en el redescubrimiento de nuestra conexión espiritual con nosotros mismos, con nuestros hermanos y hermanas de todas partes y con la Tierra.

EL USO DE PLANTAS MEDICINALES SAGRADAS

Otro aspecto clave de muchas de las prácticas de sanación de las abuelas es el uso de plantas medicinales sagradas, como el peyote y los hongos sagrados en América del Norte, el Santo Daime (ayahuasca) en la Amazonia o la raíz de iboga en África. Las abuelas afirman su derecho a usarlas sin trabas legales. Las consideran regalos de la Tierra para ayudarnos a recuperar nuestra conexión con el espíritu, y son utilizadas en sus comunidades para sanar enfermedades físicas y mentales.

Como señala Jyoti, estas mujeres son literalmente 'bibliotecas andantes' con un saber inmenso sobre los remedios tradicionales, ahora codiciado por las multinacionales farmacéuticas. La Abuela nepalí Aama Bombo (que significa Madre Chamana) recibe cada mañana en su casa a más de cien pacientes. Su padre era un importante chamán de la tradición tamang, en la que la práctica del chamanismo está vedada a las mujeres. Fue mantenida al margen de las prácticas chamánicas, pero los espíritus de su padre y otras divinidades y fuerzas empezaron a visitarla después de la muerte de éste y la enseñaron a ser chamana y a sanar.

EN BUENAS MANOS

Las trece abuelas reviven la antigua tradición precristiana de la sacerdotisa o mujer medicina que ha sido iniciada a través del rito de paso de la menopausia y puede compartir la sabiduría que ha ido adquiriendo a lo largo de las lunas. En muchas culturas tribales originarias existía un consejo de abuelas que tenía la última palabra sobre cuestiones clave para la comunidad, como el ir o no a la guerra. Tomaban sus decisiones tras considerar a fondo las consecuencias de sus actos en las siete generaciones siguientes. La Abuela Bernadette señala que las abuelas de Gabón se reúnen regularmente en la selva para compartir visiones y orar por la paz mundial y el bienestar de su pueblo, y que «en Gabón, cuando las abuelas hablan el presidente escucha». En Borja una de las que escucharon fue Manuela de Madre, figura prominente de la política catalana.
Para muchos este consejo internacional de abuelas señala el despertar de lo que se ha llamado «arquetipo de la abuela» o «Era de las Abuelas». Según Jyoti, el arquetipo de la anciana sabia «toca y nutre algo muy profundo en nuestro interior». Como no podía ser de otra manera, en nuestra cultura adolescente e hiperactiva, que rinde culto a lo joven y a lo superficial y que desde hace tantas generaciones reprime lo femenino, son las ancianas sabias quienes nos guían a recuperar el equilibrio. Ellas representan todo lo que el Occidente moderno ha querido ignorar. Héctor Figueredo, uno de los pocos hombres que asistieron al encuentro, decía que «aquí debería haber habido más hombres que mujeres».

Los hombres que participaron, como los tres que custodiaban el fuego sagrado día y noche, o los tres sijs «guerreros de la Madre Divina», fueron reconocidos por las abuelas como ejemplos de una nueva relación entre lo masculino y lo femenino.

El momento clave para Héctor fue oír a la Abuela cheyenne Margaret Behan referirse a todos nosotros como «mis nietos». «De repente, sentí en mis huesos que ellas son nuestras abuelas», abuelas adoptivas y espirituales. Una profecía hopi afirma que «cuando las abuelas hablan, el mundo sanará». Estamos en buenas manos.


22 de Julio de 2008.